La Fundación Pita López, un centro de rehabilitación para personas sin recursos que busca la felicidad de sus usuarios

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La mayor particularidad de la Fundación Pita López. Los requisitos son que no se les haya asignado un recurso público de rehabilitación y no dispongan de medios para asistir a un centro privado.

José López, coordinador de la Fundación, explica que “hay muchas personas con este daño que por unas cuestiones u otras no reciben una atención pública. Algunas por la gravedad de su lesión, en las que la recuperación se considera casi imposible, otras por la edad, ya que si son mayores de 50 años no pueden entrar en el Centro Estatal de Atención al Daño Cerebral, o porque no han estado el tiempo suficiente en otro centro y todavía tienen posibilidades de progresar en su recuperación. Nosotros decidimos atender a todas estas personas”.

psicomotricidad y aquaterapia

El afectado por una lesión cerebral también tiene la posibilidad de convertirse en usuario de algún centro privado pero, aunque existen varios que trabajan muy bien, el coste va de 1.500 a 9.000 euros al mes. Hay muchas personas que no se lo pueden permitir. En la Fundación Pita López atienden a esas personas y ajustan el presupuesto a sus circunstancias económicas, subvencionando del 80% al 100% del tratamiento. Se mueven por un principio básico: la solidaridad. “Si no pueden aportar nada, no lo aportarán, pero cada uno colabora con lo que puede. A la mayoría de los usuarios les financiamos completamente”, añade José López.

El centro cuenta con pocas plazas, ya que todos los tratamientos son individualizados e intensivos para tratar de sacar el mayor rendimiento del usuario. Por eso también existen ciertos criterios que dan prioridad a la admisión. El primero es el económico: aquellos con menos recursos tienen más posibilidades e entrar. También valoran el tiempo de evolución, es decir, los que llegan con el ictus muy reciente tienen una capacidad mayor para reaprender y van a aprovechar mejor el tratamiento, y por último la accesibilidad. Dan preferencia a los usuarios que viven más cerca del centro, por cuestiones de ahorro de tiempo y dinero en desplazamientos, aunque también han tenido a gente de diferentes puntos de España, como Galicia, Segovia o Ávila.

Rehabilitación y formación

Actualmente, la Fundación cuenta con 35 plazas para pacientes, pero el número se duplica o triplica con los familiares, que también se cuentan como beneficiarios directos ya que son una parte integrante del programa de rehabilitación y también sufren el daño cerebral, aunque sea de forma pasiva. Al cabo del año, cientos de personas pasan por el centro, ya que los usuarios se renuevan.

También ofrecen cursos de formación para profesionales y ponen en marcha campañas de sensibilización. Recientemente, han lanzado una aplicación gratuita para móviles y tablets que te permite conocer los factores de riesgo del ictus, así como identificar los síntomas y llamar a emergencias directamente desde la aplicación.

síntomas

El 80% de la Fundación Pita López se financia a través de socios y colaboradores, personas que quieren aportar mensualmente, trimestralmente o anualmente una cantidad determinada, que puede partir desde 1€. Un 10% se consigue gracias a la recaudación en actos benéficos, como galas de magia o carreras solidarias, y el resto suele llegar por subvenciones de proyectos concretos, como ocurre por ejemplo con el taller de hidroterapia.

En este centro, el tratamiento dura lo que el usuario necesite, sin limitaciones. Ha habido casos en los que el paciente ha sido dado de alta en el CEADAC porque no podían estar más del tiempo establecido y los propios profesionales del Centro Estatal de Atención al Daño Cerebral les han pedido que los admitiesen en Pita López porque todavía tenían un gran potencial de rehabilitación.

Factores de riesgo

Pero si algo define a esta Fundación es su carácter humano. Aunque, normalmente, los índices de recuperación se miden por objetivos, y se tienen en cuenta, les interesan mucho más las escalas de calidad de vida con un carácter emocional. Éste es un baremo mucho más importante, que aúna los progresos físicos, pero también la participación en comunidad y el estado de ánimo. Tiene en cuenta valores mucho más subjetivos.

“En estas escalas, la gente mejora más del 50% con respecto al inicio. Incluso personas con afectaciones muy severas, que van a ser muy dependientes, mejoran considerablemente. Se mide la felicidad de la persona, y ésta se consigue empezando por entender su situación, aprender a manejarla, entrenando la superación personal junto a los familiares y percatándose de que tras el ictus, pueden disfrutar más con actividades alternativas. No tiene que ver con que te recuperes físicamente, sino con que hayas asumido cuáles son tus ganancias y pérdidas a lo largo del proceso de rehabilitación”, detalla José López.

Lo que se persigue en este camino de recuperación es que la persona vuelva a ser feliz, que aproveche lo que tiene sin pensar en lo que le falta. “Es una gran gratificación saber disfrutar de la vida, porque la vida son muchas cosas, y hay gente que no puede ponerse de pie pero es más feliz que muchas personas que andan. No tiene tanto que ver con lo que tienes, cómo te ha afectado el ictus o qué facultades has conseguido recuperar. Lo más bonito es el proceso de aprendizaje que te lleva a un crecimiento personal mucho mayor al que tenías antes”, asegura el coordinador de la Fundación Pita López.

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