"La ecología es el opio del pueblo"

Reza Deghati y su hijo Delazad.mediaset.es

Ahora, "la ecología es el opio del pueblo". Reza Deghati no se muerde la lengua. Sabe de lo que habla. Lleva demasiados años acercando su cámara hasta los rincones más olvidados del planeta, habitados por los seres más olvidados del planeta, para abofetear con sus fotos a los acomodados moradores de Occidente. Hace dos años cumplió una promesa y viajó con su hijo Delazad, de 15 años, desde China hasta París, donde vive. National Geographic muestra esa aventura en Caminos paralelos

Reportero de guerra y testigo de catástrofes humanitarias para National Geographic, Reza ha montado su propia agencia, Webistan, donde recibe a los periodistas para hablar de la serie. Sus instalaciones, en un barrio obrero de París, comparten mesas, ordenadores y esfuerzos con Aina, la ONG tutelada por el fotógrafo para promover la educación y la formación en Afganistán.

Hace dos veranos, volvió a colgarse la mochila a la espalda y cumplió su palabra. Porque cada vez que partía hacia una zona de conflicto, su hjio lloraba escondido entre las maletas, para ver si así lo llevaba con él. Y dijo que lo haría cuando Delazad cumpliera 15 años. "Para mí era muy importante ver cómo mi hijo veía el mundo", reconoce ahora, dos años después de volver del Pekín-París con el que se construyó Caminos paralelos.

Lo cuenta Reza, que dice no haber perdido el "alma de niño", que le permite ejercer como periodista y fotógrafo y sorprenderse "por cada cosa que veo y preguntarme el porqué de cada una". "Quienes pierden esa curiosidad pierden la creatividad y mueren", apunta.

Una parte de ese viaje "iniciático" consistía en "salir de lo cotidiano". Y así recorren, por etapas, los 15.000 kilómetros que componen su particular ruta de la Seda: salen del Pekín que abre las puertas de los Juegos Olímpicos de 2008 y atraviesan el Tíbet, y pasan por Mongolia y Turquía hasta llegar a Francia.

Padre e hijo descubren culturas y paisajes y también uno a otro. Es una pequeña conquista de Reza, que dedica una parte muy relevante de su tiempo a defender las causas humanitarias. Por eso sólo pierde un poco su compostura cuando habla de los movimientos sociales de última generación. "Hay prioridades", se queja. "Cuando la gente no tiene para comer, no le puedes hablar de otras cosas...".

Por eso se duele cuando esas gentes no son el objetivo de las luchas de los estudiantes. "Es más cómodo luchar por el medio ambiente", denuncia.

Caminos paralelos