El deporte con valores es de Valientes

Ángel Andrés Jiménez Bonillo 15/04/2017 08:00

«El deporte tiene el poder de cambiar el mundo; tiene el poder de inspirar; tiene el poder de unir a las personas de una manera que pocas cosas pueden lograr». Nelson Mandela.

Creo en este mensaje. Y en el caso del fútbol, creo mucho más, pues es evidente el interés que despierta, especialmente en los jóvenes. Esto puede ser aprovechado para inculcar valores preciosos que los ayuden a formarse adecuadamente y, en general, que nos ayuden a todos a crecer como personas. En el deporte (y, en mi caso, destaco el fútbol) se congregan grandes valores como el respeto a la dignidad propia y a la de los demás; el trabajo en equipo; el esfuerzo; la aceptación del error, de la victoria y de la derrota como partes del juego y de la vida; etc. En definitiva, el fútbol (y cualquier otro deporte), bien enfocado, si respeta de verdad los valores que dan sentido a la vida, es un medio fantástico de desarrollo personal, de diversión y de encuentro sincero con otros seres humanos.

No tengo ninguna duda de que esta visión del fútbol, esta visión del deporte, es la que queremos que reine. Por desgracia, no siempre es así (tenemos numerosos ejemplos en las categorías de base y en los partidos jugados por adultos, incluidos los profesionales), pero podemos proclamar nuestro desacuerdo con los ejemplos negativos y nuestro deseo de que cualquier deporte (incluido el fútbol) se caracterice por la altura moral. Y podemos realizarlo y llevarnos la enorme alegría de disfrutarlo día a día, con el consiguiente beneficio para la sociedad en general y los jóvenes en especial.

Para ayudar a que todos disfrutemos de un deporte sano, podemos, por ejemplo (y pienso en el fútbol, pero podemos hacerlo en otros deportes):

  • Emitir antes de cada encuentro mensajes que inviten a la concordia, al respeto, a la diversión en sana convivencia y al correcto uso de las instalaciones. Si el partido es jugado por menores, los mensajes pueden provenir de ellos mismos (con la supervisión de sus padres, entrenadores y directivos del club). Estos mensajes pueden ser ofrecidos por megafonía y/o pancartas por parte de ambos equipos y del árbitro/s. Todos debemos y podemos comportarnos correctamente dentro y fuera del terreno de juego, y podemos actuar para que los que no lo hagan rectifiquen su conducta. Esto ayuda a los chavales a distinguir lo correcto de lo incorrecto.
  • También es importante potenciar la auténtica deportividad, que supone el respeto al rival, a los árbitros y a la justicia. Se puede reconocer ante el árbitro que una decisión suya equivocada nos ha beneficiado y queremos ayudarlo a rectificarla. Se puede no fingir para tratar de sacar una ventaja de forma ilícita. En definitiva, se trata de reflejar que queremos ganar, pero no de cualquier manera, no a cualquier precio. Queremos ganar, pero de manera justa. Esto ayuda a los jóvenes a reconocer la propia dignidad y la de los demás, y es una forma de aprender que el fin no justifica los medios, sino que hay que hacer las cosas de la forma correcta, sabiendo ganar y sabiendo perder. Todo ello ayuda a encontrarnos de verdad con los otros seres humanos, a verlos no como enemigos sino como compañeros y seres que merecen todo nuestro respeto.

Yo, como padre, quiero que mi hijo disfrute de un deporte así, y sé que muchos padres también lo desean. También sé que es posible, que tenemos ganas de vivirlo, y que estaremos muy orgullosos cada vez que disfrutemos de un partido que sea ejemplo educativo y bandera de la deportividad. ¡Ánimo y adelante!