Cuando fuimos al hotel donde se alojaba Irma Soriano, horas antes de poner rumbo a Guadalix, nos abrió la puerta su marido, el operador de cámara Mariano Navarro, que la acompañaba en esas últimas horas de 'libertad vigilada' por el programa.
Nos encontramos a la presentadora en un carrusel de emociones. Por un lado, estaba ilusionada por lo que se avecinaba, pero especialmente sensible -no podía contener las lágrimas-, por tenerse que separar de su marido y sus hijos. "A él le toca ahora la parte más difícil", se lamentaba.
Irma nos contó el consejo que le habían dado su pareja y sus hijos para sobrevivir los tres meses, la tarea que se le daría mejor en la casa, el producto de belleza imprescindible en su maleta y la rutina que echaría más en falta.