'Cabo Vadillo' patrulla por los barrios más peligrosos del mundo para Cuatro

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La vida en las comisarías más peligrosas del mundo; el cara a cara de los hombres y mujeres dedicados a proteger a los ciudadanos en situaciones de extrema conflictividad y violencia; el día a día en lugares donde vivir o morir es una incertidumbre que acecha en cada esquina, en cada hogar e incluso en cada coche patrulla de la policía. Hemos visto algunas de estas situaciones en películas de acción. Y siempre hemos pensado que aquello era sólo ficción. Que los tiroteos, los asesinos sin escrúpulos, los callejones que huelen a muerte y las persecuciones repletas de adrenalina y tensión eran cosa del cine. Estábamos equivocados.

A partir del 9 de septiembre, a las 23.50, Cuatro, en colaboración con La Competencia y bajo la dirección de Sonia López (Callejeros) estrena Cabo Vadillo, un nuevo Cabo Vadillodocu-showque de la mano de Pablo Vadillo, un policía de Las Ramblas de Barcelona, llevará a los espectadores por los barrios de las ciudades consideradas más peligrosas del mundo. Por primera vez en la televisión nacional un policía en activo saldrá de patrulla, totalmente desarmado, acompañando a policías y militares, para mostrar el día a día, con mucha noche de por medio, cómo se vive en zonas de máxima conflictividad y peligro. Allí donde prácticamente la vida corre peligro.

Pablo Vadillo es directo y conciso. Sabe de lo que habla. No es un reportero desconcertado ante la situación de peligro. No es un coac listo para aleccionar a sus colegas de profesión. Es un profesional altamente cualificado, un hombre de acción que conoce tácticas de defensa, protocolos de actuación y maniobras de ataque. Es el mejor interlocutor para contar qué sucede y porqué sucede buscando el cara a cara con los delincuentes y haciendo incursiones en solitario por los barrios más peligrosos. Pero ante lo vivido en zonas deprimidas de países como El Salvador, Honduras o Venezuela, hasta al poli más duro se le hace un nudo en la garganta.

Tras 15 años trabajando como policía en Barcelona, Pablo Vadillo afronta una arriesgada y emocionante aventura profesional. Va a trabajar con los Cuerpos de policía de los rincones más violentos del planeta. Ciudades como Caracas (Venezuela), San Pedro Sula (Honduras) o Medellín (Colombia), donde los delincuentes hablan con misiles en las manos y los homicidios se cuentan por decenas. Quién mejor que un auténtico policía para mostrarnos cómo se patrulla por el mundo. Un testimonio sin adulterar, real y auténtico. Su experiencia policial le permite llegar a dónde los demás no llegan.

Durante ocho capítulos, el cabo Vadillo será un policía más, aunque no podrá llevar su arma. Fuera de España debe patrullar desarmado.

Visitará las comisarías de los barrios más conflictivos para conocer de primera mano, el modo de actuar de la policía en cada ciudad y el lado más oscuro de las metrópolis más violentas y con el mayor índice de delincuencia y criminalidad del mundo.

Además, Vadillo hará incursiones en solitario por las calles de las megalópolis para descubrir los lugares más clandestinos y de difícil acceso, los personajes que rayan la legalidad y los hábitos de dudosa moralidad.

Cabo Vadillo no se conforma con la detención de los delincuentes. También quiere conocer por qué han llegado a delinquir. Quiere saber sus motivaciones, su historia, sus razones para matar.

Pablo Vadillo tiene 38 años y se ha curtido en la calles de Barcelona durante 15 años al servicio del cuerpo de policía de la Ciudad Condal. Duro e implacable, es el oficial con más condecoraciones y menciones especiales de su comisaría. Es un auténtico cazador, recorre las calles de la ciudad condal siguiendo el rastro de los delincuentes y no se desvía de su camino hasta dar con ellos.

Su vida son las calles y entrena cada día para ser el mejor. Artes marciales, Lucha cuerpo a cuerpo, deportes extremos y el adiestramiento del servicio de Inteligencia y Misiones Especiales de Israel, el Mossad, completan su preparación para patrullar por la ciudad.

Vadillo patrullará:

Honduras. El país más violento del mundo, por encima de Irak o Afganistán, con más de 7.000 homicidios al año, casi 20 cada día. Entre los principales problemas que acechan a la ciudadanía sobresale la descontrolada tasa de corrupción policial, maras como la Salvatrucha, la mayor organización pandillera criminal del mundo, o el negocio de la seguridad privada, con más de 60.000 agentes privados frente a 12.300 policías. En el país centroamericano se encuentra San Pedro Sula, el pueblo más peligroso del planeta.

San Salvador. No existe una sola familia en la capital salvadoreña que no haya sido víctima de la violencia. Enclavada en el Triángulo del Norte de Centroamérica, San Salvador es una de las ciudades más peligrosas del mundo, en especial para las mujeres, con el récord de asesinadas al año. El poder de las maras es clave para entender el funcionamiento de una ciudad regida a golpe de tiroteo.

Río de Janeiro. Con más de 1,4 millones de personas viviendo en las favelas, territorio perfecto para las bandas narcotraficantes, y con dos eventos de impacto planetario, como son el Mundial y los Juegos Olímpicos, Río de Janeiro vive su particular batalla contra la inseguridad y el crimen. Las escenas de robos y violencia en las zonas turísticas de Copacabana o Ipanema o la toma del control de las zona de favelas son el epicentro de acción policial. La consecuencia: 451 personas mueren al año en enfrentamientos con las fuerzas armadas.

Caracas. Las cifras hablan solas. 4.364 homicidios en 2013, 155 policías muertos y más de 18.000 bandas criminales. La peligrosidad de la capital venezolana es palpable, en especial en lugares como el barrio de Petare. Allí, los malandros tienen el dominio de un territorio abonado con restricciones y pobreza en el que brota la delincuencia entre los jóvenes como única esperanza.

Chile. El país andino tiene la mayor tasa de reclusos de toda Latinoamérica. En apenas una década, esta población ha crecido un 75% y el hacinamiento y la falta de derechos humanos en las prisiones chilenas está a la orden del día. Los índices de delincuencia también han crecido exponencialmente, sobre todo en el barrio de la Legua. Además, un nuevo delito se desarrolla con fuerza en la capital, Santiago: las carreras ilegales de coche, que cada noche atraen a más de 7.000 aficionados.

Miami. Es la ciudad con el peor índice de delincuencia de EEUU, y su tasa de pobreza, un 26%, duplica la media nacional. El narcotráfico y la trata de seres humanos son los principales delitos que combaten los más de 30 departamentos de Policía de la ciudad. Tal es el nivel de compromiso con la lucha antidroga que en la ciudad operan los Drug Courts, o tribunales especializados en los casos de narcotrafico para no saturar los juzgados criminales. Las peleas callejeras son también otro de los grandes problemas para la Policía de Miami.

Colombia. Cada día, la policía de Colombia recibe un aviso de secuestro. Desde que hace décadas comenzara el conflicto armado que enfrenta a Gobierno y FARC con el narcotráfico como telón de fondo, más de 27.000 personas han sido secuestradas. La Policía del país esta militarizada para poder enfrentarse a esta situación. Con más de 220.000 muertos, 400.000 refugiados y 5,5 millones de desplazados internos , el país es protagonista del mayor drama humanitario de Latinoamérica.

Perú. Una de cada cuatro personas en Perú es pobre, una cifra que explica el alto índice de delincuencia. La capital, Lima, es la quinta ciudad más poblada de Latinoamérica y una de las urbes mundiales con mayores problemas de aglomeración. Sin embargo, el ratio de policía por habitante no supera el 1:2500. La inseguridad, es por tanto el gran problema al que se enfrentan los peruanos.