La bicicleta, la alternativa ecológica y económica para disfrutar del camino

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Desde muy pequeños, uno de los primeros retos que nos marcamos es el de aprender a montar en bicicleta, primero de cuatro ruedas, y luego de dos. El equilibrio que adquirimos en ese momento nos aporta una buena ración de libertad. Rodar es un placer y, como se suele decir, es algo que una vez aprendemos, jamás volvemos a olvidar. Pero nuestro romance con la bici no es solo cosa de la infancia, cada vez hay más personas que lo prolongan a lo largo de toda su vida, porque encuentran un hueco para ella en cada momento.

Cuenta la historia que el padre oficial de la bicicleta fue el barón Karl von Drais, un inventor alemán que creó un vehículo muy rudimentario de dos ruedas en 1817 que se impulsaba con los pies sobre el suelo. Sin embargo, las antiguas civilizaciones de Egipto, China e India ya utilizaban unos modelos mucho más arcaicos.

Actualmente, en el mundo hay más de 800 millones de bicicletas, y las ciudades se están transformando para adaptar sus calzadas a este medio de transporte, que cada vez se utiliza más. Se están ganando un sitio en la rutina de los ciudadanos, que poco a poco son más conscientes de la necesidad de descongestionar el tráfico y frenar la contaminación. Es el medio de transporte fundamental para apoyar las nuevas políticas medioambientales, que buscan la convivencia armónica entre la civilización y la naturaleza. Pedalear es un acto muy beneficioso para la salud: nos mantiene en forma, es muy económico y nos da la oportunidad de disfrutar del camino de una forma especial. Además, te ahorra los problemas de aparcamiento. ¡Qué más se puede pedir!

Amsterdam

La bicicleta es uno de los símbolos de Amsterdam, junto con sus canales y tulipanes. Su uso se popularizó en 1968, gracias al nacimiento de un movimiento contracultural llamado 'Provo'. Éste pretendía romper las estructuras de la sociedad burguesa e instaurar unos nuevos valores que hiciesen de la ciudad un lugar más habitable. Uno de sus actos consistió en ocupar las calles circulando con miles de bicicletas blancas. Desde entonces, en Holanda entienden la bicicleta como el medio de transporte fundamental, que les hace más fácil la llegada a sus destinos y mejora la calidad de su aire. Allí nació el alquiler de bicicletas, un modo hacerlas accesibles para todos, tanto habitantes como visitantes.

En Copenhague, desde 1995, funciona el programa Bycyklen. La ciudad consta de varios aparcamientos en los que podemos encontrar bicicletas inmovilizadas por una cerradura, que se abre insertando una moneda, dejando el vehículo a disposición del cliente, que puede volver a dejarla en otro punto de la ciudad. De este modo, se ha generalizado la función de la bicicleta como alternativa al transporte público. Éste tipo de programa se está instaurando también en ciudades como París y Barcelona.

El uso de las dos ruedas está generalizado en Holanda, Alemania y Dinamarca. Sus ciudades no conciben una planificación sin el extenso tejido de carriles bici que, por ejemplo, en Berlín, cuenta con un total de 890 Km que puedes recorrer pedaleando. Los proyectos urbanísticos que permiten que las bicicletas tengan su espacio para circular son cruciales para que el transporte verde se popularice. Münster, también en Alemania, es conocida como 'la capital de la bicicleta', con más de medio millón de ellas paseando por sus calles y la red mas extensa de carriles especializados. En Copenhague cuentan con vías para ciclos también en las carreteras.

París

En España, Madrid, Barcelona y Zaragoza son algunas de las capitales que están fomentando el uso de la bicicleta, construyendo nuevas sendas para los ciclistas urbanos, que cada vez más barajan la posibilidad de moverse sobre dos ruedas, de una forma económica, ecológica y muy saludable.

Cruzando el continente también nos topamos con algunos ejemplos de esta política medioambiental. En México, donde el uso masivo de coches se ha convertido en un grave problema para las ciudades, el gobierno se ha comprometido a construir 300 Km de carriles bici, y en Melbourne, más de 600.000 personas utilizan la bicicleta para moverse.