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Suelen encontrarse en los límites de las placas tectónicas, aunque algunos surgen de los 'puntos calientes' de la corteza terrestre. Son los dioses del fuego, expulsan magma ardiente, roca fundida que ilumina su paso para después solidificarse y formar nuevos paisajes, montículos, islas o algunos de los picos más altos del planeta. Son irremediablemente atractivos, aunque imponen respeto. Son preciosos, a la par que siniestros. Expulsan emoción por su cráter y con sus lenguas de lava van lamiendo las laderas que ellos mismos van creando. Además de un fenómeno natural espectacular, van camino de convertirse en una fuente energía.






















