Emmy Digital para la segunda vida virtual de una serie

Jason Prestley (Brandon Walsh en Sensación de vivir , con un palmarés de producciones todavía anónimas pero que abren brecha para lo que parece destinado a ser el futuro: el entretenimiento on line.

Con tres categorías competitivas -ficción, no ficción y contenido infantil o juvenil - los Emmy Internacionales Digitales decidieron premiar a Gran Bretaña -dos galardones- y Nueva Zelanda.

Así, , que apuesta por el hermanamiento de internet y los teléfonos móviles para todo producto audiovisual. en la categoría de producción de ficción, la ganadora fue la británica Primeval EvolvedPrimeval

Producida por ITV1, Hoodlum e Impossible Pictures, esta plataforma internauta mantiene alimentados a los ávidos fans de la serie televisiva, un concepto por el que, como pionero, también fue reconocido Tim Kring, creador de la serie Héroes y de todo su entorno multiplataforma.

"Es un momento extraordinario para cualquier narrador de historias. Hay un número ilimitado y flexible de maneras de llegar a nuestra audiencia", aseguró Kring, rompiendo cualquier tipo de pesimismo proveniente del eclipse del entretenimiento unificado en el soporte catódico.

En la categoría de no ficción Virtual Revolution , BBC casi monopolizaba las candidaturas con tres productos entre los cuatro finalistas, y no falló: , que coproduce la cadena británica junto a The Open University, fue la que se llevó el Emmy a Londres.

De género documental, esta producción invita a los usuarios al making of , aunando debate, historia y multimedia y permitiendo a los usuarios aparecer en los títulos de crédito de su programa favorito.

Finalmente, entre los que dentro de un formato todavía por explorar deciden rizar el rizo y dirigirse a los más pequeños, Reservoir Hill

Producida por KHF Media Ltd, Television New Zealand y New Zealand On Air, esta serie sigue la vida de una chica de 16 años que se mueve por la inquietante urbanización que da nombre a la serie.

En el mundo digital, la impotencia de un espectador de cine por no poder influir en el comportamiento de la atolondrada protagonista es erradicada: el espectador podrá escribir, para bien y para mal, el destino de la protagonista.