Gordon Ramsay: “Cuando cocinas bajo presión consigues la perfección”

Gordon Ramsaymediaset.es

Tras emitir en exclusiva las cuatro primeras temporadas de MasterChef USA, Cosmopolitan lanzará a lo largo del año la quinta edición, todavía no emitida en Estados Unidos, así como su versión infantil, MasterChef Junior. Ambas tienen algo en común, el prestigioso chef Gordon Ramsay, ganador de 12 estrellas Michelin, director y juez a partes iguales.

Es conocido internacionalmente por su temperamento, su exigencia, perfeccionismo y, fundamentalmente, por la enorme pasión que cada día demuestra por la cocina. Tiene 27 restaurantes alrededor del mundo y actúa, además, en cuatro programas de televisión. Hablamos con Ramsay en vísperas del estreno de Masterchef Australia, que llega a Cosmopolitan el 5 de marzo a las 18.00.

En muchos de sus programas le podemos ver como una persona muy pasional y con carácter, capaz de intimidar a los concursantes. ¿Qué parte de cierto hay en esto, es realmente así o es solo un papel que interpreta?

No es un papel. Aunque parezca lo contrario, uno no puede estar continuamente interpretando un papel. Soy así; sencillamente no aguanto a las personas que hacen la pelota continuamente, porque eso es compasión.

La cocina va de pasión, por lo que es normal que de primeras pueda parecer muy temperamental y estricto. Además, la cocina necesita presión constantemente. Cuando cocinas bajo presión consigues la perfección. La presión que hay en las pruebas de MasterChef lo hace un programa único; desde cocinar para la mejor boda a hacer una extraordinaria cena de despedida en un campamento de marines antes de que salgan hacia Afganistán. Cuando se presiona a los concursantes aprenden a cocinar en situaciones extremas y llegan también a conocerse a sí mismos.

Quienes le conocen dicen que se involucra mucho en MasterChef

Muchos me lo preguntan, pero es que yo no veo que pueda formar parte de MasterChef y no involucrarme. No pienso en ello como un programa de televisión; para mí forma parte de mi trabajo. Yo trato de inspirar a esos chicos, formo parte de la decisión de quién se va y quién se queda, y me dejo la piel porque creo que es la única manera de hacer que un reality show se convierta en algo real. Es el éxito de todos los programas de este estilo.

No tengo problemas con parecer vulnerable ni llevar demasiado peso sobre mis hombros. Yo se lo digo a los participantes: "Estoy aquí para ti, úsame para crecer, aprovéchame para aprender".

Hay muchas cosas que no aparecen en pantalla porque están fuera del concurso. Los jueces les asesoramos, les enseñamos cosas y les damos consejos. Nunca he querido ser un mero presentador.

En MasterChef

Eso espero. Soy un perfeccionista confeso, pero soy consciente de la diferencia entre trabajar con profesionales y con aprendices. MasterChef va más de crear magia dentro de un individuo que todavía no ha decidido que quiera convertirse en un chef. Son gente sin experiencia profesional, pero que sienten una gran pasión hacia la buena cocina. Soy exigente con ellos, pero tengo muy claro hasta qué punto se les puede presionar. No son profesionales.

Creo que es la combinación de presión y adrenalina orientada de una manera muy positiva. Es todo un largo camino a recorrer y los concursantes son muy importantes. Ellos son los que salen de su trabajo normal y entran en los dominios de una gran cocina para conseguir un premio increíble. Es un programa competitivo, es cierto, pero también divertido y toda una aventura para ellos. Cuando se trabaja tan duro, también hay que liberar un poco de tensión con la diversión y eso es lo que hacemos en MasterChef.

En el programa, ¿los concursantes realmente aprenden o tan solo muestran una serie de habilidades que ya tenían?

Como bien pueden comprobar los espectadores, el plató del programa simula el entorno de un restaurante, por lo que aprenden en esta especie de simulación de la realidad aunque el programa no se desarrolle en un establecimiento. Además, los concursantes tienen ayuda: hay libros, hay una cocina y, como ya he mencionado, pueden recurrir a nosotros para lo que necesiten.

Lo que se pretende es llevarles al límite para que descubran cosas sobre sí mismos que no conocían. Que vean hasta dónde pueden llegar y aprendan nuevas habilidades. Nada me hace más feliz que descubrir a una persona con un enorme potencial y ver que avanza y que se convierte en un gran cocinero cuando termina el programa. Esto se evidencia todavía más en MasterChef Junior; son esponjas, aprenden muy rápido y la evolución es espectacular.

¿Qué consejo le daría a alguien que aspira a llegar a ser algún día concursante de MasterChef

Practicar y mejorar día a día. La única forma en que todos podemos hacerlo pidiendo a un amigo, un familiar, novio o novia que nos cocinen algo sencillo. Podrían ser unos macarrones, los espaguetis a la boloñesa más asombrosos de la historia o podría ser un impresionante pollo ahumado en ensalada César. Asegúrate de que no sabes lo que te han cocinado, ponte una venda en los ojos y empieza a probar los platos, ingrediente por ingrediente, con los ojos cerrados. De esta forma se desarrollan el resto de sentidos y junto a la identificación de sabores y texturas se produce un contraste extraordinario. Yo, con mis cocineros profesionales, lo hago. Cuando un nuevo cocinero llega a Claridge - su restaurante en Mayfair- cenamos en la oscuridad y comemos tres o cuatro cosas, luego tienen que memorizar los platos y escribir sobre esos sabores particulares.

Si no consiguen averiguar el 80% de lo que han comido, entonces no deberían poder cocinarlo. Yo lo hago con mi esposa, y resulta ser un juego muy sensual y divertido. Así que recomiendo a todo el mundo comer en la oscuridad o con los ojos vendados; se sorprenderán de lo rápido que trabajan sus sentidos.