Las lecciones de 'El jefe infiltrado' para la huelga de basuras de Málaga

CARLOS CUENCA / FERNANDO ROMERO 11/03/2016 13:55

"Yo nunca he recogido las cacas, soy una persona que los olores no los soporto". "Como no sea de vigilante, veo complicado trabajar aquí". Quien así hablaba hace dos años es Diego Trinidad, jefe del Departamento de Control de Gestión de Limasa, la concesionaria de la recogida de basuras en Málaga, compañía en huelga durante diez días. Trinidad fue el protagonista de El jefe infiltrado en abril de 2014, en un programa que fue récord de audiencia del formato de La Sexta (2.810.000 espectadores y un 18,6% de share).

En el cierre del episodio, Trinidad pareció marcharse con una lista de buenos propósitos, que no han parecido ser suficientes como para evitar que los paros dejaran en la ciudad andaluza 4.600 toneladas de basura acumuladas en las calles, tres detenidos y más de 170 contenedores quemados.

"Yo he comprobado que hay cosas que se pueden mejorar, y eso es lo que voy a intentar, mejorar. He decidido hablar con todos mis proveedores para que me traigan todas las mascarillas que hay en el mercado, y quiero que tú y tus compañeros analicéis qué mascarilla os viene mejor para vuestro trabajo. Lo primero es la salud de mis trabajadores", les dijo tras desvelar que el que creían un colega nuevo era en realidad el jefe infiltrado.

"He destinado 1,6 millones de euros para que la flota se remodele, se adecúe a las condiciones que pedís los conductores", anunció.

"Yo lo que quiero es la seguridad de mis trabajadores, por lo tanto, lo que quiero es que se trabaje rápido y efectivo, pero con seguridad. He decidido ponerles casco a todos los trabajadores que vayan detrás del camión", declaró, además de reconocer que "la ciudadanía de Málaga tiene una mala imagen de nosotros".

Y ya para el año pasado se comprometía a que "tanto en la Feria como en Semana Santa, no haya ningún trabajador que no tenga apoyo policial para poder finalizar su trabajo correctamente".

En su salida nocturna para trabajar en las calles de la ciudad, Trinidad encontraba basura donde no está permitido, olores desagradables y hasta orines. Al final del recorrido acaba rendido, dormido en el camión.

"Es una porquería que la gente no tenga civismo, que es lo que yo creo que hay que tener", se quejaba.

Cuando en la Feria tenía que ocuparse de los residuos generados por los caballos, admitía: "Yo nunca he recogido las cacas, soy una persona que los olores no los soporto".

Y al llegar a la cinta separadora de residuos junto a una compañera, casi acaba vomitando. "Lo que he visto hoy no lo podía ni soñar", confesó.