Audrey Hepburn: "Una educación de calidad tiene el poder de transformar a las sociedades en una sola generación"

Audrey
  • Encontró en UNICEF el camino para abrazar la defensa de los derechos humanos de los niños del mundo, a la que dedicó gran parte de su vida

  • Hepburn recibió la principal condecoración civil de los Estados Unidos que otorga su Presidente, la Medalla de la Libertad

Bélgica, 1929- Suiza, 1993.

Además de ser una importante actriz, fue una mujer que se volcó en las causas humanitarias en sus últimos años de vida ejerciendo de embajadora de Unicef.

Audrey nació el 4 de mayo de 1929 en Ixelles/Elsene, un pequeño pueblo belga. Su madre era la baronesa Ella van Heemstra, de nacionalidad holandesa, mientras que su padre, Joseph Hepburn Ruston, era británico. Hablaba con fluidez inglés, holandés, francés, italiano y español.

Pasó su infancia en territorios ocupados por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Conoció en primera persona los horrores de la guerra y la infeliz vida de los niños afectados por tanta tristeza. En aquellos tiempos, uno de sus hermanos fue llevado a un campo de concentración. Otro murió en los ataques de resistencia y un tío y un primo suyo fueron fusilados. Ella misma y su madre estuvieron a punto de morir de hambre antes de conseguir huir para refugiarse en el Reino Unido. Estas condiciones de vida la afectaron profundamente y le provocaron problemas de salud.

La guerra y un padre que la abandonó la convirtieron en una niña triste, melancólica, reservada y solitaria. Quizás esas circunstancias fueron las que movieron su faceta solidaria en favor de los derechos de los niños una vez alcanzó el éxito de su carrera como actriz. Encontró en UNICEF el camino para abrazar la defensa de los derechos humanos de los niños del mundo, a la que dedicó gran parte de su vida.

Involucrada espiritual y materialmente con la labor para UNICEF, su forma de contribuir no se limitaba a donaciones económicas. Ella misma visitaba las zonas donde había niños que necesitaban ayuda. Viajó a Sudán, a El Salvador, a Guatemala, a Honduras, a Vietnam, a África. Allí entregó su cariño, sus abrazos y todo su afecto, además de sus donaciones materiales, a numerosos niños en graves necesidades.

Intentó por todos los medios llamar la atención del mundo sobre la vulneración de los derechos de la infancia. Dio su testimonio ante numerosos comités parlamentarios de los Estados Unidos sobre el hambre en el mundo. Se reunió con presidentes, reyes y primeros ministros.

En diciembre de 1992, Hepburn recibió la principal condecoración civil de los Estados Unidos que otorga su Presidente, la Medalla de la Libertad. Ese mismo año, enferma ya de cáncer, continuó sus trabajos para el UNICEF y viajó a Somalia, Kenya, Reino Unido, Suiza, Francia y Estados Unidos.

Murió en Suiza, en 1993 a causa de un cáncer de colon con sólo 63 años.